La geología de la comarca determina la idoneidad de nuestros suelos para diferentes tipos de aprovechamientos, generando terrenos para los cultivos de secano y de regadío, éstos últimos en las zonas de relleno próximas a los cauces fluviales; así como la vocación ganadera en aquellos suelos más pobres.
Conoce la geología y los suelos de la Campana de Oropesa
Las formas del relieve y los suelos de la comarca se caracterizan por la secuencia de una llanura interior (meseta) limitada por sierras de escasa entidad. Los materiales dominantes son los granitos, pizaras, cuarcitas y areniscas que fruto de la erosión han ido rellenando las zonas más bajas para formar suelos de mayor espesor (fluviales y aluviales) formados por arcillas y arenas.
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La evolución geológica desde el Precámbrico y la Era Primaria ha dado origen a la mayor parte de nuestro territorio está formada por una meseta inclinada de norte a oeste, limitada al sur por serrezuelas graníticas. La llanura está formada por arenas y arcillas del Terciario Continental, con predominio miocénico.
Las unidades estructurales que vertebran el territorio son tres: El Sistema Central al norte; las Hispánides posthereinianas al sur y la llanura central.
Las depresiones generadas por la erosión están rellenas de depósitos del Oligoceno y Plioceno formadas por arenas y arcillas, mientras que las sierras de escasa altitud son testigo del antiguo macizo del Paleozoico formado por granitos posteriores al período Carbonífero, pizarras cámbricas, cuarcitas silúricas y calizas devónicas.
En las proximidades de los ríos Tajo, Tiétar y principales arroyos, hay mantos aluviales formando suelos más profundos y de mayor aptitud para los aprovechamientos agrarios.
Hay que destacar la presencia del batolito granítico que va del Puente del Arzobispo por Valdeverdeja y El Torrico hasta Oropesa, rodeado casi siempre por mantos terciarios.
Las arcillas sabulares y micáceas son aprovechadas por los alfareros puenteños para sus trabajos de cerámica.
Los principales suelos resultantes son silíceos y poco profundos como consecuencia de la erosión de la roca madre (granitos, pizarras, areniscas y cuarcitas), así como los arcillosos y aluviales fruto de la erosión y el relleno de las zonas bajas. También hay abundante presencia de arenas y arcosas carbonatadas.